Sochi, Rusia — Hace dos años, Eduardo “Eddy” Alvarez creyó que su carrera deportiva había quedado truncada definitivamente. Postrado en una cama durante dos meses tras una serie de operaciones en el tendón patelar de ambas rodillas, Alvarez veía esfumado el sueño de ser un atleta olímpico como patinador sobre hielo en pista corta. También estaba en peligro su prometedor futuro como pelotero. “Fue un periodo muy difícil, estaba muy triste, deprimido. No quería hacer nada”, relató Alvarez. “Quería dejar el patinaje, no quería saber del béisbol”.
Pero su ambición olímpica está más viva que nunca estos días, en una pista de entrenamientos en Sochi, ultimando los detalles para participar por Estados Unidos en cuatro pruebas de los Juegos Olímpicos de Invierno. La de Alvarez es la historia de un hijo de inmigrantes cubanos que aprendió a patinar bajo el sol tropical del Lummus Park de South Beach. “De chiquitico, mis padres siempre me llevaban a las calles de South Beach para patinar sobre ruedas”, contó Alvarez a The Associated Press.
“Hacía trucos, brincar sobre cajas, escaleras, muros, cosas así. Y un día mujeres me pararon y le dijeron a mi papá que yo debía tratar con el deporte del patinaje inline”.
Del calor de Miami al frío de Rusia en febrero. Así ha sido la trayectoria del segundo atleta de ascendencia cubana, y primer varón, que participa en una olimpiada invernal. Para llegar aquí, luego de superar las cirugías, Alvarez esencialmente tuvo que aprender a patinar otra vez en un deporte en el que hay que dar giros a 48 kilómetros por hora (30 millas por hora) con ángulos extremos y apoyándose con guantes para mantenerse erguido.
Stephen Gough, su entrenador en el equipo de Estados Unidos, describe con admiración la rutina de trabajo que debe seguir, de entre seis y ocho horas de prácticas diarias, seis días a la semana. Alvarez es el primero en llegar y el último que se va. “Su oficio, disciplina y deseo es increíble, especialmente tras la lesión”, dijo Gough a AP.
“Tiene que estar una hora antes para el tratamiento en las rodillas que necesita si quiere entrenarse”. Tanto sacrificio ha valido la pena, insistió el patinador de 24 años. “Este no es deporte para ganar dinero, es un deporte en el que la satisfacción personal es lo que te motiva”, dijo. “Cuando sea viejito, me sentiré orgulloso de haber estado acá”. Alvarez tenía siete años cuando hizo la transición al patinaje inline.
También tuvo la opción de ser un pelotero, ya que tras graduarse de la escuela secundaria recibió una beca para jugar béisbol en la universidad Saint Thomas de Miami. Pero su pasión era ser un patinador y se empeñó en buscar la clasificación a la olimpiada de invierno del 2010 en Vancouver. No renunció al empeño tras no conseguir una plaza olímpica.
El 2011, retomó el béisbol con el Salt Lake City Community College en Utah y alternó los dos deportes. “Me dejaban entrenar con los dos, patines por la mañana y béisbol por la tarde”, recordó Alvarez. “Y tuve un buen año como shortstop, con varios scouts detrás de mí. Pero ellos sabían que yo quería hacer primero esto”.
Hasta que debió pasar por el quirófano, poniendo en suspenso sus planes. Una vez que se recuperó, Alvarez apuntó la mira a Sochi y logró sus mejores resultados al competir en el circuito de la Copa del Mundo, incluyendo una medalla de bronce en los 500 metros en Shanghai. Alvarez también tiene presente sus raíces cubanas. Su padre Walter salió de Cuba cuando tenía 18 años, mientras su madre Mabel tenía seis.
POR: ERIC NUÑEZ AP