Por Andrés Pascual
Víctor Ortiz (29-5-2, 22 Ko's), ha boxeado con algunos buenos púgiles de la actualidad; sin embargo, yo diría que Luis Collazo (35-5, 18 Ko's), que lo noqueó anoche en una pelea en la división welter fallada por la AMB en Nueva York, los ha enfrentado mejores, digamos que como Mosley, Berto, Miguel A González o Ricky Hatton.
El caso es que desde que perdió contra Mayweather jr de la forma como sucedió, incluso después de darle un cabezazo intencional en la boca al Pretty Boy para después entregarse en uno de los gestos más inmaduros e indefensos voluntariamente de la historia, no se observa en la intención del descendiente de mexicanos la mínima voluntad de demostrar que tiene ganas.
Josesito López le desbarató la quijada en el 2012, lesión difícil de superar por lo menos en el 40 % de los peleadores que la sufren. Entonces se integró al mundillo de la provocadora y perniciosa farándula como bailarín, incluso como actor de reparto en un filme.
La atractiva farándula ha sido el cementerio de las facultades de más de un peleador de nivel, el caso del cubano Kid Gavilán, que intentó emular las condiciones físicas inigualables de Robinson tocando tumbadora y bailando mambo en Tropicana, es un ejemplo demoledor: la decisión equivocada del segundo Kid cubano le provocó artritis en las manos por la humedad de las altas horas de la noche, por lo que debió vivir un calvario con la inyección diaria de novocaína.
Para su pelea contra el argentino Eduardo Lausse, lo sorprendieron en el camerino mientras lo inyectaban; en aquel momento, era un despojo del grandioso peleador que había sido capaz de ocupar y defender, con méritos muy similares, la corona que el Azúcar de Harlem había dejado vacante.
Anoche Víctor Ortiz fue noqueado por el descendiente de boricuas Luis Collazo, cuyo porcentaje de nocaos no llega al 50 %; es decir, lo horizontalizó un pegador sin nocao punch, sin poder destructor.
El pleito tuvo como favorito al zurdo de origen mexicano, aparentemente más fuerte, sin embargo, a los 2:59 del segundo, el oriundo de Brooklyn logró arrinconarlo en una esquina y darle el golpe de gracia que significa la pérdida acelerada de las acciones del perdedor en la imaginaria bolsa de valores de Fistiana.
Este pugilista, pese a su juventud, porque solo tiene 27 años, ha perdido el hambre y la iniciativa; quizás esté estimulado por otra actividad, si es la farándula, debería dejar este deporte, que cobra caro los excesos irresponsables ajenos al ring.