Pocas historias, para lo bueno y sobre todo para lo malo, ha dado el deporte como la vida de Mike Tyson. El epítome del boxeador maldito, una estrella gigantesca en los años 80 que nunca consiguió alejar los demonios invocados por una vida de éxitos mal digeridos y una carrera de autodestrucción por el infierno de las adicciones y los excesos.
La próxima semana sale a la venta en Estados Unidos 'Undisputed Truth', la autobiografía del expúgil,una obra que levantará polémica y seguramente no pocas ampollas y de la que ya se han filtrado algunos extractos que demuestran que Tyson no se ha guardado nada.
A sus 47 años, el "Terror del Garden" no tiene pelos en la lengua a la hora de hablar de mujeres, alcohol y drogas. Y de una vida que ha sido una pelea constante: "Ahora lo único que quiero, y lo quiero desesperadamente, es sentirme bien. Quiero que el dolor cicatrice y voy a hacer todo lo posible por conseguirlo".
De nuevo en rehabilitación, lucha por mantenerse sobrio después de una última recaída de la que se tuvo noticia el pasado mes de agosto y cuando parecía que disfrutaba de uno de sus mejores momentos junto a su mujer Kiki.
"Mi vida ha sido un chiste".
Cuando acaba su carrera tras caer ante Kevin McBride en 2005, Tyson está pasado de peso y metido en una vorágine de alcohol y clubes de striptease. En ese momento sólo piensa en que todo ha acabado ("ahora por fin podré pasármelo realmente bien", ajeno a una realidad tozuda que asegura que nunca fueron ni iban a ser fáciles las cosas para un tipo que se declaró en bancarrota en 2003 después de haber ganado más de 300 millones de dólares en su carrera deportiva.
Ahora, con una ironía amarga, escribe que trabajar en este libro le ha hecho pensar que su vida "sólo ha sido un chiste". Y eso incluye uno de sus peores momentos, el ingreso en prisión durante tres años por un delito de violación que sigue asegurando que no cometió:
"¿Cómo vas a violar a alguien que va a tu habitación de hotel a las dos de la mañana?". Sin embargo, en la cárcel no dejó sus hábitos excesivos: "En la cárcel tenía tanto sexo que acababa agotado, ni siquiera me pasaba por el gimnasio. Simplemente me quedaba en la celda todo el día".
Tyson relata que no sólo mantenía encuentros sexuales con sus visitas sino que incluso mantuvo una tórrida relación con la terapeuta de la cárcel que tenía que ayudarle con sus problemas de adicción.
Una relación que comenzó cuando el boxeador le dio a la consejera 10.000 dólares para que arreglara el tejado de su casa. El libro, narrado en primera persona por Tyson pero escrito por Larry Sloman, incluye también anécdotas hilarantes, como cuando el expúgil perdió un maletín con un millón de dólares que fue encontrado días después por uno de sus ayudantes.
O cuando Monica Turner le pidió el divorcio y él la llamó para decirle que tenía SIDA. Sin embargo, mandan los fragmentos más duros, en los que Tyson narra como pasó por las trances más oscuros de su vida: “A veces sólo quería reventarle a alguien los sesos para que me mandaran para siempre a la cárcel”.
Además, envía un mensaje nada tranquilizador para el famoso promotor Don King, al que asegura que todavía tiene "ganas de matarle cuando pienso en las cosas horribles que me hizo”.
El libro, por último, ofrece algunas explicaciones sobre cómo acabó en la ruina después de ganar cantidades ingentes de dinero.Y es que llegó a ingesar 65 millones de dólares en un año… en el que se gastó más de 60.
También culpa de muchos de sus posteriores problemas a su primera mujer, la actriz Robin Givens, a la que incluso sorprendió en su casa junto a Brad Pitt. Según Tyson, al famoso actor le pudo el pánico: “Sólo me rogaba y me decía ‘no me pegues tío, no me pegues tío…"
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Juanma Rubio / AS