Nueva York — Nadal, siempre Nadal. En una final de altísimo nivel, el español se impuso por 6-2, 3-6, 6-4 y 6-1 al serbio Novak Djokovic y gritó campeón en el Abierto de los Estados Unidos.
Segunda corona en Flushing Meadows para Rafa, que además llega a 10 títulos en el año y a 13 en torneos de Grand Slam, quedando solo por debajo de Roger Federer (17) y Pete Sampras (14).
Además, estiró su invicto en el 2013 en canchas duras a 22 partidos y se acercará a solo 120 puntos del N°1 del mundo.
Fue, verdaderamente, la final soñada. Con un Djokovic agresivo y decidido, pero chocando una y otra vez con ese frontón humano que resulta Nadal cuando defiende. Pero el español no fue solo aguantar y contraatacar; con inteligencia y cambios de ritmo, el cómodo líder de la carrera a Londres supo mover al serbio por toda la cancha, hacerlo pegar incómodo y encontrar espacios para definir con su derecha.
Conciente de que ante esas licencias Rafa no perdona, Djokovic se mostró predispuesto a buscar el winner en cada punto, asumiendo con eso los riesgos del caso, que en definitiva terminarían dándole un saldo negativo.
Más allá de eso, su búsqueda tuvo premio en varios pasajes del partido y, de haber logrado mayor eficacia en sus chances de quiebre (aprovechó solo tres de 11), seguramente la historia se habría contado desde esa decisión.
Para Djokovic queda la sensación de haber tardado demasiado en entrar en partido, tal como le había pasado frente a Stanislas Wawrinka. Fastidioso, una vez más, el serbio vio pasar el primer set sin break points a favor y con un contraste de seis tiros ganadores y 14 errores no forzados.
Nadal hacía su parte, siempre con la consistencia y la fortaleza mental como bandera, y se llevaba una rápida ventaja inicial. El segundo parcial tuvo a ambos en un nivel superlativo. Djokovic consiguió su primer quiebre tras ganar un punto de ¡54 golpes! para quedar 4-2, pero casi como si hubiera quedado agotado de semejante rally inmediatamente cedió su saque.
Tanto esfuerzo parecía en vano para el serbio, pero mantuvo su línea de juego y encontró cómo presionar a Nadal. Así, tras levantar cinco game points volvió a quebrar al español con un enorme punto definido en la red y esta vez confirmó la diferencia dejando en tablas el marcador.
Era el momento de Djokovic. Igual de agresivo que en el arranque, pero menos errático y con el fastidio superado. Encima el inicio del tercer set lo encontraba consiguiendo su tercer quiebre consecutivo (curiosamente serían sus únicos tres del partido) y con chance de un cuarto.
Sí, el serbio tuvo punto para 3-0 en esa manga. Pero no pudo. Y el momento se acabó. Con dos errores no forzados, Djokovic entregó el quiebre de ventaja en el sexto game y devolviendo 4-4 no consiguió aprovechar un 0-40. Nadal, que había quedado en esa situación perdiendo uno de los puntos por un tropezón, asumió la trascendencia de ese juego y con gran decisión (un winner, un enorme rally y un ace) salvó las tres chances.
Ese fue el otro punto que, en retrospectiva, terminó de inclinar la balanza hacia su favor. Porque en el game siguiente tuvo su oportunidad y la tomó, yéndose victorioso de ese parcial con un 100% de efectividad en break points, contra 20% de su rival. Y la tendencia en el cuarto no varió.
En total, hay que decir que Nadal solo consiguió 27 tiros ganadores frente a los 46 de Djokovic, pero también vale resaltar que el español cometió apenas 20 errores no forzados y el N°1 registró 53. Más allá de los números, el español volvió a prevalecer en un verdadero duelo de gigantes y llevó a 66-3 su espectacular récord de 2013. estiró a 22-15 el historial sobre Djokovic y sentenció que, aunque el ranking siga mostrando al serbio como N°1, el cambio de mando será solo una formalidad. (Espn)