Podría resumirse como una cuestión de filosofía. Dos formas de pensar el fútbol llevadas hasta las últimas consecuencias. No se podría esperar otra cosa de dos equipos entrenados por Pep Guardiola y José Mourinho.
La tanda de penaltis decidió quién es el Supercampeón de Europa. El Bayern Múnich agranda su aura ganadora con un triunfo épico que regala un renovado impulso a las ideas de su técnico. Apuró el Chelsea la prórroga con su entrenador haciendo aspavientos en la banda. Mou pedía un último esfuerzo a sus hombres y más apoyo a su hinchada. El Bayern perdía y estaba acosando el área inglesa. En medio de un aluvión de centros le cayó el balón a Javi Martínez, el que posibilitó el definitivo empate a dos en el añadido.
Torres marcó en la primera parte (min. 8) el tanto que justificó todo el planteamiento del Chelsea. Tuvo mucho sentido en la pizarra y en la práctica. Lo perdió tras el descanso. El cansancio mermó la anticipación y templanza de los 'blues', que empezaron a llegar tarde al corte y se excedieron en algunas patadas fuera de lugar.
El delantero español clavó los tacos en el tobillo de Javi Martínez, que salió en la segunda parte. Debió seguir el mismo camino que tomó Ramires después de llevarse por delante el de Götze de la misma manera. Segunda amarilla y expulsión (min. 85). En el exceso de las formas radican todos los pecados capitales de los equipos de Mourinho. También los veniales.
Al Bayern de Guardiola le han achacado su exceso de trato con el balón. El técnico español tiene más que comprobado que es un camino muy útil. Para él es único e irrenunciable. La paciencia. La tuvo Ribéry (min. 47), que al cuarto intento perforó la portería de Cech y se fue eufórico a su entrenador para dedicarle el empate.
El Chelsea se volvió a adelantar al principio de la prórroga. Hazard se preparó solito el 2-1 (min. 92). Mareó como quiso a Lahm y Boateng antes de marcar. Gran partido el del belga, que dejó su puesto a Terry a siete minutos del final.
El mensaje del miedo impregnó todas las camisetas azules. Cech hizo de todo por evitar la igualada menos lo imposible: parar el remate postrero y justiciero de Javi Martínez.
La tensión del duelo se mantuvo constante en la tanda de penaltis. Gol por gol hasta que apareció Lukaku con el exceso de responsabilidad tallado en el rostro. Tiró mal y paró Neuer. Los jugadores del Bayern corrieron a celebrarlo con su portero y su hinchada.
Lo manda el manual de buenas maneras del fútbol alemán. Es su cuarto título en el 2013. El primero de un campeón que está de vuelta. Guardiola ha anotado en el registro su decimoquinto título de 21 posibles. Entre ellos, tres supercopas de Europa. (Marca.com)