Llega el Gran Premio de Hungría o, lo que es lo mismo, una de las carreras con menos adelantamientos del calendario. Salvo que llueva, como ocurrió únicamente en 2006, se antoja una prueba donde la clasificación de hoy sábado será de trascendental importancia, algo que saben bien todos los pilotos, algunos por experiencia propia y otros porque han mirado la hemeroteca.
Y es que el primer gran piloto que sufrió las incomodidades de un circuito que en algunos tramos apenas permite que un sólo coche circule cómodamente fue Ayrton Senna. El gran campeón brasileño tuvo que soportar durante los Grandes Premio de 1989 y de 1990 lo que significa ser más rápido que el rival que va delante pero no poder adelantarle.
Eso sí, en ambas ocasiones 'Magic' Senna lo intentó todo para intentar rebasar a su contrincante. De hecho, la imagen del 89 con el McLaren del piloto brasileño fuera de la pista y manteniendo el acelerador apretado ante un Nigel Mansell que aceleraba normalmente por la trazada correcta quedó para los anales de la historia como una de las mayores locuras de este deporte.
Por supuesto, el órdago le salió mal a un Senna que acabó dando las gracias por acabar la carrera. Un año después y con la misma valentía por sombrero, Senna volvió a encontrarse una situación similar, aunque esta vez ante un rival de menor entidad como era el belga Thierry Boutsen.
El piloto de Williams había logrado la 'pole', algo que le permitió abrir un hueco en los primeros compases de la carrera. Además, Senna salió fatal y perdió dos posiciones en los primeros metros. El tricampeón del mundo tardó 21 vueltas en poder adelantar un puesto, algo que no le desanimó. El abandono a falta de cinco vueltas de Mansell le permitía colocarse segundo, justo por detrás de un Boutsen que hasta entonces sólo había ganado dos carreras en su carrera deportiva.
Como ya hizo el año anterior, Senna se la jugó casi en cada curva. Presionó al rival todo lo que pudo y rozó los límites de la pista en todos los ángulos. De nada le sirvió. Boutsen cruzó la línea de meta 288 milésimas de segundo antes que él. Pero el de Senna no es el único ejemplo de cómo puede desgastar Hungaroring la cabeza de los pilotos.
En 2007 Fernando Alonso, a lomos de un McLaren que presumía de ser el mejor coche del paddock, se quedó a las puertas del podio al no encontrar resquicio alguno por el que adelantar a Nick Heidfeld. Tres años más tardes fue el propio Fernando el que ejerció de cerrajero ante un Sebastian Vettel que llegaba desbocado en busca de un segundo puesto que se acabó llevando el asturiano.
Incluso Kimi Raïkkönen el año pasado llegó a desquiciarse -pese a su eterna fama de 'hombre de hielo'- ante un Lewis Hamilton que rodó durante muchas vueltas más preocupado por su retrovisor que por lo que tenía delante; algo que le valió la victoria./ Lainformacion.com
