De Fred Perry a Andy Murray, 77 años después se rompió la maldición y un tenista británico volvió a conquistar Wimbledon. El tenista escoces, se impuso por 6-4, 7-5 y 6-4 al número uno del mundo, Novak Djokovic, en 3 horas y 9 minutos de partido.
Desde el comienzo del duelo se vio a un Murray mucho más fogoso en la cancha, con ganas de responder a los aficionados que abarrotaron la catedral del tenis. Tan solo necesitó dos servicios de Djokovic para conseguir su primera rotura. Nole se animaba más a subir a la red, pero cometió 17 errores no forzados, que junto a los 5 saques directos de Murray fueron decisivos en los momentos en los que el serbio ponía en aprietos el saque del británico, que con un intercambio de roturas de servicio, se apuntó el primer set.
En el segundo, Djokovic empezó con más confianza y consiguó más puntos en la red que su rival. Esto le sirvió para ponerse 4-1 arriba, pero las ganas de Murray y los mismos errores que cometió el serbio en el primer set, sirvieron para que el tenista local diera la vuelta al marcador. En medio de la tormenta, Djokovic se aferraba a cualquier detalle, y acabó abroncando al juez de silla por cantar una bola mala cuando ya había agotado sus opciones de reclamar el Ojo de Halcón, en un gesto más de su desquiciamiento.
Ambos tenistas lograron los mismos golpes ganadores en este parcial, pero Djokovic cometió 12 errores no forzados, una cantidad muy alta frente a las grandes defensas de Murray, que se saldaron con solo 5 errores. Esto le sirvió al británico para llevarse el set por 6-4 y quedarse a un pasito del título.
Wimbledon merecía un final así
El tercer set fue un intercambio magnífico de golpes psicológicos. Murray se puso 2-0 arriba y Djokovic respondió con cuatro juegos seguidos, pero el escocés empató a 4. Las predicciones eran complicadas, Murray volvía a tomar la iniciativa con sus golpes y estaba arriba anímicamente.
El tenista británico seguía estando muy fresco de piernas y después de tres horas de batalla volvía a romper el saque de Djokovic para situarse a un juego de la victoria ante el nerviosismo del público londinense.
Murray se fue directo a por el título con su saque y se puso 40-0 arriba, pero el número 1 del mundo no se daba por vencido. Logró cuatro puntos consecutivos para a ponerse con una bola de 'break' y a los británicos al borde del infarto. Finalmente, el escocés cerró el encuentro en la cuarta bola de partido que dispuso ante la alegría de todo el pueblo local, que veía por fin, como la corona volvía a quedarse en casa.
/ Victor Gil
