En la noche de hoy, España e Irlanda disputarán un amistoso en la ciudad de New York que servirá a los de Del Bosque para ultimar detalles con mira a la Copa Confederaciones. El encuentro se celebrará en el Yankees Stadium, un estadio único en el mundo, tanto por sus dimensiones, como por su costo, como por ser el escenario de anécdotas y éxitos que se recordarán para siempre.
Y eso que se estrenó en 2009. Hasta entonces, los New York Yankees, disputaban sus partidos como local en el antiguo Yankees Stadium, un recinto que, como los fans del equipo recuerdan, "Babe Ruth ayudó a construir".
Ruth fue la gran estrella del equipo a principios del siglo pasado y gracias a que convirtió a los Yankees en unos campeones, éstos se pudieron costear y mudar a un estadio propio (hasta 1923 compartían 'casa' con los Giants).
Esa corta pero tajante frase es el primer aviso de que, para poder entender el resto de la historia del Yankees Stadium, hay que meterse en la piel y en la cabeza de un estadounidense, neoyorquino y fiel seguidor de los Yankees.
Encarar este escrito desde cualquier otro punto de vista puede resultar una pérdida de tiempo. El nuevo Yankees Stadium, en el que España e Irlanda jugarán, se acabó de construir en 2009, tras tres años de intensos trabajos.
El costo total ascendió a mil quinientos millones de dólares, lo que convirtió a este recinto en uno de los más caros de la historia del deporte. Pese a que la franquicia de la gran manzana es una de las más valiosas de la liga americana de béisbol (se estima que vale unos mil millones de dólares, siendo el segundo conjunto en la actualidad que más dinero se gasta en salarios con un total de 210 millones de dólares).
Lo más curioso es que este derroche de capital se produjo durante los primeros años de la crisis ecónomica que lleva asolando al planeta desde hace un lustro. Poco o nada parece importarle la situación económica a una franquicia que no comparte los derechos televisivos con el resto de equipos de la liga al tener su propio canal de televisión.
Los Yankees son el quinto equipo de cualquier deporte en el mundo que más dinero ingresan anualmente tras Real Madrid, Barcelona y Manchester United. El estadio, además de una cancha donde poder disputar partidos de béisbol y de más de cincuenta mil asientos (que se llenarán para ver a España pese a que los precios oscilen entre los 93 y los 236 euros), también cuenta con gimnasio, sala de entrenamiento, sala de vídeo, sala de estar, jaulas de entrenamiento de bateo para dos equipos, el museo del equipo y hasta veinticinco restaurantes fijos -entre ellos un Hard Rock Café- y más de un centenar de salas más que pueden ser contratadas por otras franquicias o empresas para promociones, ventas, reuniones, exposiciones, etc.
En total son cuarenta y seis mil metros cuadrados divididos en varios pisos. La contramaldición del 'Bambino' Aunque este moderno estadio -que cuenta también con más de mil televisiones de alta definición- tiene una corta vida y no posee ese aúrea de misticidad del antiguo, también ha sido testigo de un campeonato de las Series Mundiales y de varias anécdotas únicas.
De hecho, desde que el estadio apenas era un amasijo de hierros y cemento, ya fue el escenario de una historia única de rivalidad.
El protagonista de dicha historia es Gino Castignoli, un empleado de la construcción y fiel seguidor de los Red Sox, eterno rival de los Yankees en Nueva York. Este obrero estaba participando en la construcción del estadio cuando se le ocurrió la idea de maldecirlo, para que sus rivales sufrieran tantos males como los que sus queridos Red Sox habían sufrido con la 'maldición del Bambino', según la cual la venta de Babe Ruth -apodado 'El Bambino'- a los Yankees fue el inicio de una mala racha que duró hasta que Boston ganó la Serie Mundial del 2004.
Para lograr una maldición similar, Gino introdujo una camiseta de David Ortiz, jugador de los Red Sox, en el cemento cuando aún estaba líquido. La acción no pasó inadvertida y poco tiempo depués, el obrero fue obligado a decir dónde había sepultado la camiseta.
Los Yankees organizaron una exhumación pública y levantaron parte del cemento delante de decenas de cámaras de televisión. Al final, la camiseta de Ortiz fue recuperada y subastada. La prenda, rota y manchada, alcanzó un precio de casi doscientos mil dólares, dinero que los Yankees donaron a la fundación de Boston Jimmy, que combate el cáncer que afectan a niños y jóvenes.
Gino Castignoli fue apartado de la obra, aunque logró tener unos cuantos minutos de fama. Eso sí, la maldición le salió fatal, ya que los Yankees se proclamaron campeones el año que estrenaron su estadio.
El Yankees Stadium es, por tanto, un estadio único tanto por su modernidad como por lo que ha vivido. Aunque en estos cuatro años ha sido testigo de otros eventos además del béisbol (boxeo, fútbol o fútbol americano), ésta sera la primera vez que una selección Campeona del Mundo juegue en su césped.
Esperemos que el partido deje buen recuerdo y pueda sumarse a la lista de anécdotas de un recinto peculiar e histórico. (Manu Albarrán)