La presencia de dos deportistas femeninas de Arabia Saudí en los pasados Juegos Olímpicos de Londres parece que puede no quedar como un hecho aislado en el camino de las mujeres del estado islámico más conservador del mundo hacia su desarrollo deportivo y, quizá, hacia su normalización general.
Recientemente, el diario saudí Al-Watan ha informado sobre la inauguración de primer centro deportivo femenino -exclusivamente femenino- en la provincia de Al Khobar, en el Este del país. Dado que este tipo de actuaciones deben contar con licencia oficial, y ha sido la Dirección General de la Juventud saudí quien lo ha autorizado, cabe pensar que la tolerancia con el deporte femenino es ahora una tendencia oficial.
El centro, dirigido por Hanna Al-Zouhair, permite a las mujeres seguir cursos de formación deportiva, practicar kárate o yoga, o seguir programas de adelgazamiento. Todo su personal es femenino dadas las estrictas reglas del reino árabe para la separación de sexos, y han reclutado como monitoras a saudíes residentes y formadas en el extranjero.
Hasta ahora, el deporte femenino sólo era tolerado, sin autorización explícita, en algunas escuelas femeninas, a causa de la interpretación rigorista de la ley islámica, o Sharia, que inspira la legislación de Arabia Saudí y cubre a las mujeres de prohibiciones y ausencia de derechos.
En Londres 2012, sin embargo, el reino incluyó a dos mujeres en su delegación, una atleta y una judoka, bajo la velada amenaza del COI de no permitir tomar parte en los Juegos Olímpicos a delegaciones que no incluyeran atletas de ambos sexos.
La negociación incluyó que vistieran equipaciones aceptables para la estricta moral saudí. Después de siglos de estricta aplicación de la Sharia, la situación femenina parece estar evolucionando lentamente en el reino saudí. De hecho, a la inauguración del centro acudieron numerosas profesionales femeninas, pese a las restricciones a la libre actividad de las mujeres que dicta la legislación saudí.
El gobierno también se plantea permitir a las mujeres acudir como público a los campos de fútbol -de momento lo tienen prohibido- si bien en gradas separadas, mientras un grupo de activistas reclama que también se les deje jugar. No faltarán, seguramente, todavía muchos obstáculos en este camino.
Recientemente, y fuera del ámbito del deporte, el gobierno saudí ha iniciado un programa para favorecer la integración laboral de las mujeres, que cuenta con una dura oposición del clero más conservador y la corriente de opinión asociada a este.
De hecho, un escritor llamado Mohammad Al Dawud ha lanzado a través de su cuenta en una red social llamadas animando a hacer objeto de abuso sexual a las trabajadoras. (Marca.com)
