Por Abel Sánchez/Especial para Pasión Magazine
A casi nadie le gustan los penales, pero hoy le sirvieron a la selección campeona del mundo para derrotar una vez más a Italia, tras 120 minutos de un partido tenso, muy físico y a ratos bastante aburrido.
Con esta victoria, España se clasifica a la final de la Copa Confederaciones y se medirá ante Brasil el próximo domingo.
La Roja iniciaba el encuentro con un par de cambios en su alineación titular: David Silva por Cesc Fábregas —a quien Del Bosque no quiso forzar ante la posibilidad de una final contra Brasil— y Fernando Torres como nueve en lugar de Roberto Soldado, quien no tuvo una buena actuación ante Nigeria.
Los italianos, por su parte, entraron a la cancha mostrando un brazalete negro por la muerte del ídolo Stefano Borgonovo —víctima de la esclerosis lateral amiotrófica— y con dos bajas considerables en sus filas: el delantero Mario Ballotelli, quien tuvo que regresar a casa por culpa de una lesión muscular, y el defensa Abate con un hombro luxado.
Sin embargo, sedientos de sangre tras el 4-0 en la final de la Eurocopa 2012, salieron a la carga desde los primeros 45 minutos, olvidándose por completo del tradicional catenaccio. La primera jugada a considerar fue un tímido remate de Pedro que se esfumó sin peligro a la izquierda del arco de Buffon.
El resto del primer tiempo, una operetta italiana bajo la batuta de Pirlo desde el mediocampo y con Giaccherini y Maggio perforando por los flancos.
En un intervalo de cinco minutos, Italia tuvo cuatro oportunidades de adelantarse en el marcador: Giraldino con un remate desviado tras un centro de Maggio, luego un disparo a bocajarro del propio Maggio que obligó a Casillas a lucirse, un cabezazo por fuera de De Rossi tras un tiro libre de Pirlo cobrado desde la derecha y una jugada combinada entre Ciaccherini, Maggio y Marchisio que este último desaprovechó cabeceando a un lado de la portería.
Cuando faltaban diez minutos para el descanso, Casillas todavía tendría que exigirse un par de veces más, primero desviando un remate de Maggio a corta distancia y luego despejando con los puños un disparo de De Rossi. Aun así, Italia no fue capaz de aprovechar las oportunidades, sin dudas se extrañó a Ballotelli en el frente.
España no tuvo su segunda jugada de peligro hasta el minuto 37, con un pase largo de Xavi que Fernando Torres recibió de espaldas al arco.
El Niño —especialista en marcar cuando menos se necesita— estuvo fino al darse la vuelta y descolocar a la defensa, pero su remate de zurda salió por fuera sin preocupar a nadie.
En la segunda mitad el partido se mostró mucho más equilibrado.Del Bosque movió sus fichas: mandó a Pedro sobre la banda izquierda y sustituyó a Silva por Jesús Navas, quien le inyectó rapidez y profundidad al equipo desde la derecha. Apenas unos minutos después de entrar, obligaba a Buffon a tirarse sobre el costado para esquivar un disparo seco y abajo, el primer tiro de España entre los tres palos.
El nivel del partido fue bajando en proporción al desgaste físico de los jugadores, Lo que había comenzado como un duelo táctico terminó en una carrera de resistencia en la que España aguantó un poco más que el rival.
Ya sobre el final, Piqué remató por encima un centro de Navas y Xavi desviaba por el costado una pelota que Torres le acomodó de cabeza tras un centro de Navas. Howard Webb pitaba el término de los 90 y el marcador seguía 0-0.
En el tiempo extra la superioridad de La Roja ya resultaba evidente. Italia, quien había comenzado jugando con sus líneas adelantadas, ahora se batía en retirada. Un remate de Giaccherini que impactó en el poste izquierdo de Casillas, fue la única jugada de verdadero peligro. El resto fue un bombardeo sobre el arco italiano, que suplicaba a gritos los penales.
Estos llegaron por fin, y el destino, que no deja de ser un viejo irónico, hacía que los dos equipos volvieran a vivir la misma situación de cuartos de final la Euro 2008. Allí donde empezó todo, donde España dejó de ser una decepcionante eterna promesa y se convirtió en la Furia Roja, temida y admirada en todas las canchas del mundo.
Hoy, cinco años después de aquella noche, las primeras seis rondas fueron cobradas de manera perfecta, ni Buffon ni Casillas pudieron detener un solo disparo. Eso, hasta que llegó el penal número 7 —vaya con el fútbol y sus sortilegios— y Bonucci tiró la pelota por encima del arco. Entonces llegó el turno de Navas que no perdonó. Su remate duro a la derecha de Buffon, le aguó a la Azzurra los planes de venganza.