La mejor España está de vuelta. Los campeones del mundo le agregaron verticalidad a su habitual posesión del balón y bailaron ayer 2-1 a un Uruguay timorato en la primera fecha del Grupo B de la Copa Confederaciones.
Los goles de Pedro Rodríguez, a los 20 minutos, y Roberto Soldado, a los 32, en realidad no le hicieron justicia al dominio español, que movió la pelota a su antojo y tuvo a su arquero Iker Casillas como espectador de lujo. Luis Suárez descontó de tiro libre a los 88.
El técnico Vicente del Bosque dejó de andarse por las ramas y volvió a usar un nueve puro, Soldado, para devolver a Cesc Fábregas a su posición como segunda punta. Tampoco hubo doble pivote, otra táctica que venía experimentando en meses recientes y que la había restado pegada a los bicampeones europeos.
Pequeños ajustes que necesitaba la maquinaria española para volver a carburar a máxima potencia. Cesc cumplió su función a cabalidad y dio el pase para el gol de Soldado, mientras que Andrés Iniesta arrancó los mayores vítores de la grada en la Arena Pernambuco con varias genialidades.
Pisa, toca, gambetea y remata. El volante del Barcelona lo hace todo, y bien. Uruguay, al igual que la mayoría de los equipos que enfrentan a la mejor selección del planeta, se encerró atrás desde el silbatazo inicial.
El capitán Diego Lugano dijo antes del encuentro que saberse inferior a los españoles potenciaría a los celestes. Parece que sus compañeros no entendieron el mensaje. Suárez y Edinson Cavani, los letales delanteros de Uruguay, no pasaban la media cancha ni por equivocación como los hombres más adelantados de un Uruguay metido en su propia área.
Una estrategia necesaria y peligrosa: España calibraba y buscaba resquebrajos en la defensa charrúa que finalmente encontró. España queda como líder del Grupo B con tres puntos y enfrenta a Tahití en su próximo partido. Uruguay choca con Nigeria. (AP)