Grigor Dimitrov estaba jugando con Lleyton Hewitt en el césped de Queen's. El veterano australiano, especialista en esta superficie y campeón de Wimbledon en 2002, tenía ventaja de un set y 3 a 1 en el segundo.
Todo muy normal, hasta que Dimitrov tiró un saque afuera. El australiano devolvió la pelota con un golpe, despacio. Pero el búlgaro le quitó la vista, se confió, o la bola resbaló del modo en que lo hace habitualmente en el pasto… En lugar de terminar en su mano, la pelota impactó en una zona sensible del búlgaro.
Lógicamente, generó la risa de los asistentes, del juez de silla y del propio Hewitt. (Por Fernando Vergara)