Por Marino Martinez
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Manuel Hurtado es leyenda de una época en el beisbol cubano. Un modelo de deportista, un imán para los amantes de la pelota, un caballero dentro y fuera del estadio cuyo nombre emociona y motiva cuarenta años después de haber salido del terreno de juego.
Quien hoy es una leyenda viviente del deporte cubano nació el 19 de agosto de 1942, en Regla. A la edad de 17 años, el buscador de talento Joe Cambria quiso firmarlo con los Senadores de Washington, pero su padre decidió postergar el contrato sin imaginar lo que iba a suceder después: Cuba abolió el beisbol profesional y Hurtado tuvo que permanecer en la isla.
“Me hubiera gustado lanzar en Grandes Ligas, pero el destino lo impidió’’, dijo Hurtado. Mi carrera con Industriales fue hermosa, pero también pude haber actuado en las Mayores como antes lo hacían los peloteros cubanos’’.
“La curva hacia abajo de Manolo Hurtado se parecía a la del astro de Grandes Ligas, Camilo Pascual”, manifestó Agustín Mayor coach de los azules de la capital y de equipos cubanos en eventos internacionales.
Desde su debut en 1963 con el equipo más popular de la isla, Hurtado escribió páginas de gloria que permanecen grabadas en los libros de récords y en la memoria de quienes fueron testigos de sus hazañas.
“Nuestro respeto al público era tan grande que cuando perdíamos nadie comía”, indicó. “Ganamos cuatro torneos dirigidos por Ramón Carneado, un genio como estratega y un padre por sus relaciones con los jugadores”.
El último de esos títulos se conquistó el 11 de marzo de 1966 cuando derrotaron a los Orientales guiados por la ofensiva de Pedro Chávez y un relevo magistral del reglano. De aquellos torneos muchos recuerdan los duelos que protagonizaron Hurtado y Manuel “El Cobrero’’ Alarcón, considerados entre los mejores de cualquier época.
“Alarcón fue el mejor pitcher de su época y uno de los grandes de todos los tiempos”, señaló Hurtado. “Tenía mucha seguridad en sí mismo y un dominio completo del arte de lanzar”.
En 1967, el estelar derecho de los Industriales no pudo lanzar el juego decisivo ante Orientales al sufrir dolores en su brazo y la victoria 3-0 se la llevó Alarcón que el día previo le había enviado un mensaje claro a los fanáticos de su provincia que decía: “Cierren la Trocha y que salga el Cocuyé”.
En un terreno de beisbol ocurren cosas que no se reflejan en las estadísticas. Una de ellas en el caso de Hurtado es que padecía de asma y tenía que utilizar un aerosol en los partidos. En ocasiones entre entrada y entrada.
Además de su maestría monticular, el curveador habanero fue dueño de un doble movimiento cuando no tenía hombres en bases y el bateador estaba en la cuenta de dos strikes. En ese momento los fanáticos, de pie, coreaban el ponche en una actitud similar a las olas que hoy vemos en Grandes Ligas. “Fue un honor seguir los pasos de esos grandes lanzadores que antecedieron mi carrera con los Industriales, entre ellos Manuel Hurtado”. El es una gloria de nuestro país y su historia me sirvió de inspiración para alcanzar el éxito como pelotero”, declaró Orlando “El Duque” Hernández, uno de los mejores serpentineros cubanos de todos los tiempos.
Hurtado posee el tercer mejor promedio de efectividad en Series Nacionales con 1.80, sólo superado por José Antonio Huelga (1.50) y Roberto Valdés (1.75), ocupa el noveno lugar en ganados y perdidos con .654 (90-47), actuó en varios Juegos de las Estrellas y mantiene el récord de ponches consecutivos al darle 10 a Matanzas en 1970.
EL EQUIPO CUBA
A pesar de estar entre los tres mejores lanzadores de su época, a Manolito Hurtado no lo elegían para la selección nacional. Esto trajo varias protestas de los fanáticos.
“Yo tenía un pariente preso político nombrado Eduardo Castillo y me hablaron para que lo hiciera cambiar su postura. Al no hacerlo, desconfiaron de mi. Antes de integrar el equipo menores de 23 años para ir a México me dijeron que aprovechara para comprarle la canastilla a mi hija que estaba por nacer”, dijo.
Era la mejor etapa de la carrera de Hurtado cuando un equipo de beisbol de Cuba compitió en dos Panamericanos, en los Centroamericanos de 1966 y en dos Mundiales (1969 y 1971), pero al estelar pitcher de la isla no lo incluyeron en la selección nacional. “En una ocasión cuando me separaron de la preselección la novena de Regla (con la que jugó Hurtado) se midió con el equipo Cuba, y el mánager Arnaldo Raxach me dio la bola”, cuenta el estelar lanzador. “Cuando propiné los primeros cinco ceros el comisionado de beisbol, Jorge García Bango, le dio la orden a Raxach de sacarme del montículo, al parecer por temor a que los pintara de blanco”, lo cual hubiera sido embarazoso para quienes decidieron eliminarlo de la selección nacional, indicó.
Después del triunfo antillano en la Serie Mundial de 1969 que tuvo como héroe a Gaspar “El Curro’’ Pérez, los jugadores regresaron al entrenamiento para los Centroamericanos de Panamá y antes del último partido de preparación en el Estadio Latinoamericano, las dos novenas se alinearon en el terreno para presentar a los peloteros. El anunciador Tony Vega dejó para último el anuncio de Manolito Hurtado. Al mencionar su nombre, el estadio completo se puso de pie para tributarle una cerrada ovación al serpentinero, quien se vio obligado a salir tres veces al terreno para saludar al público que reclamaba su ingreso al equipo Cuba.
Y así ocurrió. Con casi 29 años, Hurtado fue elegido para el Mundial de Cartagena y los Centroamericanos de Panamá, donde terminó con 3-0 sin carreras limpias en 25 entradas.
“Le debo al público el haber jugado dos veces con la selección Cuba’’, sentenció la estrella del más laureado equipo de Series Nacionales. “Sin ese apoyo, no hubiera ocurrido”.
En 1971, fue líder en efectividad con 0.67 en 107 entradas y dos tercios, pero no asistió al Mundial de La Habana ni a los Panamericanos de Colombia. Después de su retiro en 1974, fue entrenador de Industriales hasta 1980 y abandonó la isla en 1989. Desde 1990 radica en Estados Unidos.
DE MUÑOZ, MANCEBO Y CUEVAS
“A mi juicio el bateador más completo de Cuba fue Antonio Muñoz y el que mejor me conectaba era Elpidio Mancebo’’, declaró. Cuando se le habla de Miguel Cuevas, responde: “Pocas personas conocen que Cuevas acostumbraba a silbar en el plato. Pensé que lo mejor para quitarle su concentración era pegarle la bola, y cuando lo hice dejó de hacerlo conmigo. No me fue mal con él”.
Para el número 20 del equipo insignia de Cuba, el dinero es la mayor diferencia entre el beisbol actual y el de su época. ¿Y en el terreno? “Algunos cambios, entre ellos que ahora los lanzadores se preparan para seis entradas y le dejan el camino a los relevistas. Lo más bonito para un abridor es dar nueve ceros y esto casi no existe. Por calidad, los mejores jugadores de mi etapa ajustados a las nuevas técnicas serían estelares en estos momentos”.
En el mes de julio viajará a Miami un grupo de veteranos que actuaron con Industriales para jugar un partido ante otros que viven en Estados Unidos en celebración del 50 aniversario del inicio de este emblemático equipo.
“Me gustaría estar por última vez en un campo de pelota con mis antiguos compañeros. Si me llaman, estaré listo para lanzar’’, aseguró Hurtado.
Esta leyenda viviente de la pelota cubana está casado desde hace cinco décadas con quien fuera su novia de juventud, Minerva González. La pareja tuvo una hija Dayana y un hijo Manolo Hurtado Jr. Tienen una nieta de 12 años llamada Chelsea que es campeona nacional de judo en su categoría.