Viven en Londres 40.000 alemanes que por una vez no querrán pasar desapercibidos. Conocedores de la idiosincrasia británica, los germanos prefieren disfrutar la capital británica sin hacer mucho ruido, olvidándose de sus costumbres, dispuestos a integrarse.
Una vez al año se dejan llevar en algún pub que homenajea el Oktoberfest, pero hasta intentan que su acento desaparezca. Este fin de semana empieza una excepción a la regla.
Además de los residentes habituales, se calcula que al menos 50.000 alemanes (otras fuentes hablan de 80.000) llegarán a Londres a disfrutar una final de la liga de campeones que ha cambiado el equilibrio europeo: todo el mundo mira ahora a Alemania en busca de respuestas.
Es imposible reservar una mesa en un pub de Londres en la zona de Wembley o incluso en el Soho. Desde las semifinales los bares con cierto aroma germánico tienen todos los asientos reservados. Bierschenke, una bodega céntrica ha alquilado dos pubs más para la noche del sábado, incluido un barco en el Támeis, el HMS President. Tanto el Bayern Múnich como el Borussia Dortmund recibieron 23.000 entradas para Wembley que se vendieron inmediatamente.
Pero la policía sospecha que, pese a su reclamo y a prohibir la instalación de grandes pantallas en espacios públicos, miles de alemanes sin entradas llegarán a la capital.
Los ingleses se apuntarán a la fiesta en las calles pero en el mundo del fútbol esa invasión alemana se ve con otro tipo de curiosidad. Coincidiendo con la queja del seleccionador Roy Hodgson de que menos del 40 por ciento de futbolistas de la Premier son ingleses, el debate sobre la necesidad de cambiar el fútbol de las islas ha regresado a las portadas.
Según un informe del Telegraph, un gran número de entrenadores ingleses han pedido a la federación y la liga inglesa que estudien de cerca el modelo alemán: los dos finalistas están llenos de jugadores locales, la selección funciona.
Se sueña con una estructura cohesiva que refleje el trabajo conjunto de los clubes y la federación. Pero la liga inglesa, lucrativa y egoísta, no tiene mucho interés en que nada cambie.
Guillem Balagué